sábado, abril 20, 2024

Irresponsabilidad y Covid-19 dan como resultado más abandono de animales.

Por Gabriela Landetta

María José vende tamales; por la pandemia, sus ingresos bajaron considerablemente. Sin embargo, eso no ha sido obstáculo para que hoy en día tenga bajo su protección a más de seis perros. A dos de ellos los rescató en situación de calle, pero Daisy, una chihuahua “criolla”, fue mamá tiempo después de haber sido rescatada y la familia creció.

“Como le digo a mi esposo: lo que nosotros comamos, a ellos no les faltará y buscamos la manera (de) cómo absorber gastos entre ellos y nosotros”, dice a COMUNICADORESMX, mientras sostiene en sus brazos a la pequeña Daisy que se muestra tranquila y segura. Tiene comida, un hogar y sobre todo cariño y protección.

“Yo no tengo hijos y ellos –los perritos- me cambiaron la vida”, se sincera. Dice que ahora “viven como reyes”. Por eso no entiende cómo hay gente que abandona a sus perros –y gatos- a su suerte. “A mí se me hace una crueldad que tengan animales y que de repente ya no los quieren y los echan a las calles”, expresa enojada esta vecina del Barrio de la Crespa, al norte del municipio de Toluca.

Con la pandemia el abandono de animales ha ido en aumento, señalan rescatistas, aunque no hay cifras que lo verifiquen. En algunos casos ha sido por ignorancia de la gente que cree que los perros pueden transmitir la enfermedad, lo cual ha sido rechazado por la misma Organización Mundial de la Salud; en otras situaciones, el propietario ha perdido la vida y sus animales son echados a la calle.

Pero también hay dueños que se deshacen de sus perros por la situación económica. Por la contingencia se perdieron miles de empleos. La gente no tiene para comer, menos para alimentar a sus animales y los sacan de sus hogares.

Mayté Castelán, rescatista independiente, dice a COMUNICADORESMX que se ha observado un mayor número de perros que alguna vez tuvieron casa, en el abandono: huskys, pitbull, labradores y pastor alemán ahora tratan de sobrevivir en las calles.

Aunque no se cuenta con un censo oficial, las autoridades municipales estiman que en Toluca deambulan en las calles alrededor de 180 mil perros, pero no todos son callejeros.

Parte de ellos tienen dueños irresponsables que los dejan afuera de sus domicilios todo el tiempo, o son comunitarios porque vecinos de alguna zona les proporcionan alimentos, pero no tienen casa y viven en la intemperie, con los riesgos que esto representa.

“Los perros, en estas dos primeras clasificaciones son los más reproductivos y de los que más hay en las calles. Si bien tienen fuentes constantes de alimentación, la problemática son los humanos inconscientes e irresponsables”, señaló otra rescatista que prefirió el anonimato.

Están también los perros sin dueño en situación de calle, que son más solitarios y no causan tantos problemas. Además, se reproducen con menos éxito. Los perros ferales y asilvestrados, son menos y tienen muy baja tasa de supervivencia y reproducción, y aunque en general rehúyen el contacto humano se les ha señalado como responsables de los ataques contra personas, pero estos lamentables sucesos tienen diversos detonantes.

Para controlar el crecimiento de la población canina, el gobierno que encabeza Juan Rodolfo Sánchez Gómez emprendió un ambicioso proyecto: esterilizar a más de 70 mil animales durante la administración. Pero el covid-19 cambió los planes. Aun así, alrededor de 40 mil perros ya han sido esterilizados y con ello se previene que más animales vaguen por las calles.

A esa actividad oficial hay que sumar toda la labor que llevan a cabo diversas organizaciones y rescatistas independientes que con recursos propios tratan de darles una vida digna a perros y gatos que no solamente viven en la calle, sino que aparte de no tener alimento, ni un lugar donde guarecerse del mal tiempo, son maltratados, en ocasiones incluso de manera brutal.

Sin embargo, el problema de la sobrepoblación canina no tendrá solución mientras la gente siga viendo a perros y gatos como objetos y no como seres sintientes, y por tanto, no se responsabilicen de ellos durante toda la vida del animal, y no los esterilicen ni mantengan protegidos en sus domicilios.

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