martes, abril 16, 2024

El conocimiento es útil para el tratamiento de enfermedades neuropsiquiátricas como la de párkinson.

Por Laura Romero

La prolactina –una de las hormonas más importantes durante el embarazo y la lactancia– se ha comprobado que tiene un papel sustancial como neuroprotectora del cerebro de hembras mientras amamantan, conocimiento que es útil en tratamientos contra enfermedades neuropsiquiátricas donde se usan fármacos relacionados con la dopamina, como el párkinson.

María Teresa Morales Guzmán, directora del Instituto de Neurobiología, y su equipo de trabajo descubrieron en modelos animales (ratas y ratones), que la lesión que se origina en un área específica mediante un fármaco epileptogénico (que produce epilepsia) tiene un efecto dañino muy reducido en ratas hembra que están lactando a sus crías, en comparación con hembras que no son madres. Esta protección también se obtuvo en ratones de sexo masculino (padres) que convivieron en la misma jaula que la hembra y sus crías.

La experiencia maternal es un proceso complejo en el que el cerebro de las hembras registra una serie de modificaciones o adaptaciones que se presentan desde el momento de la fecundación del óvulo y que le permiten contender con los retos de la maternidad, es decir, de la gestación, el parto y la lactancia.

Luego de la fecundación se generan cambios en el útero, donde ocurre la implantación del óvulo, y ahí comienzan las señales, sobre todo hormonales, que van alterando la fisiología neuroendócrina de la madre, o sea la forma en que el cerebro regula a las hormonas.

Estas modificaciones, señaló Morales Guzmán, suceden en diferentes áreas cerebrales, como la corteza, el hipotálamo y partes del sistema límbico y se presentan variantes estructurales y en su función.

La experta recordó que desde hace varios años se estudió en ratas que las madres tenían mejor desempeño en pruebas de memoria espacial, ya que podían encontrar más fácilmente una pista que las llevara a conseguir alimento, por ejemplo.

También las madres mejoran sus capacidades de cacería; esto se observó al poner grillos en la jaula, y se vio que son más eficientes las ratas en maternidad que aquellas que no tienen crías, ya que éstas tardan de 30 a 40 segundos en atrapar un insecto, mientras que las madres lo logran en tres o cuatro segundos.

La prolactina no sólo regula la neurotransmisión y hace menos severa la lesión, sino además tiene efectos antiinflamatorios y antiapoptóticos; y controla la disfunción mitocondrial que causa localmente una lesión en el cerebro.

¿QUÉ SUCEDE EN LOS HUMANOS?

Teresa Morales refirió que se han hecho algunos estudios en humanos, con ayuda de resonancia magnética, electroencefalografía y pruebas cognitivas, y se encontraron aspectos interesantes; por ejemplo, que en la madre y el padre también hay ciertas variantes, incluso en papás adoptivos, quienes presentan modificaciones funcionales y desarrollan nuevas habilidades, a pesar de que no están expuestos a los cambios hormonales que vienen de la hipófisis (glándula ubicada en la base del cerebro) o que son inducidos por la placenta durante el embarazo.

Algunas de las alteraciones en el cerebro de las madres son temporales, otras las acompañan el resto de su vida, detalló la científica. “Ese es el caso de las adaptaciones neuroendócrinas: una vez que se termina el embarazo se pierde la placenta, órgano que se desarrolla únicamente para la gestación, el útero regresa a su tamaño y la mujer recupera sus ciclos”.

Asimismo, los cambios asociados con la secreción de hormonas que permiten que ocurran el embarazo, el parto y la lactancia, son temporales; y al destete, cuando se detiene la producción de leche el sistema vuelve a su estado anterior.

No obstante, algunas capacidades se conservan: “se ha visto que el mejoramiento de la memoria espacial se mantiene y, en ratas y ratones, a largo plazo se ha observado una menor cantidad de marcadores de envejecimiento”.

La experiencia maternal es un proceso complejo en el que el cerebro de las hembras registra una serie de modificaciones o adaptaciones que se presentan desde el momento de la fecundación del óvulo y que le permiten contender con los retos de la maternidad (gestación, parto y lactancia).

Para producción de leche materna

La prolactina es una hormona producida por la hipófisis o glándula pituitaria, que posibilita la producción de leche materna durante el embarazo y después del parto. Sus niveles son altos en las mujeres embarazadas y las madres nuevas, y normalmente en un rango bajo para quienes no lo están y en los hombres.

“En nuestro laboratorio –relató la universitaria– analizamos un fenómeno de neuroprotección: hacemos una pequeña lesión cerebral en animales, principalmente roedores, ratas y ratones, hembras y machos, para determinar el papel que tiene la prolactina en esa protección.”

Con el tratamiento de la prolactina, dado antes o después de la lesión, se nota el mismo efecto protector. “Lo anterior lo hemos observado en roedores hembras y machos, y actualmente examinamos cómo dicha hormona puede tener tal efecto”.

La hormona no sólo regula la neurotransmisión y hace menos severa la lesión, sino además tiene efectos antiinf lamatorios y antiapoptóticos (la apoptosis es el proceso de muerte celular programada); y controla la disfunción mitocondrial que ocasiona localmente una lesión en el cerebro. Ese hallazgo ha sido retomado en el campo de los fármacos contra enfermedades neuropsiquiátricas.

Morales Guzmán resaltó que “este conocimiento es útil para la llamada medicina de precisión, la cual consiste en que cuando alguien recibe atención médica se consideren sus hábitos de vida, dieta y otros factores particulares; también si el tratamiento es para hombres o mujeres, porque presentan diferencias fisiológicas significativas”.

En ese sentido, la directora expuso que, en general, en diversas drogas que se prueban y en gran parte de la investigación científica, se evita la complicación que representa la ciclicidad hormonal del sexo femenino. Por ello, los estudios se hacen en ratas y ratones del sexo masculino, y la mayoría de las pruebas de fármacos, en varones jóvenes.

Ahora, se tienen que considerar las diferencias entre hombres y mujeres. “Y en eso que es tan importante, también se aplica nuestro trabajo”, recalcó María Teresa Morales Guzmán, quien por último invitó al público a participar en las actividades de La Semana del Cerebro que organiza el Instituto de Neurobiología (www.inb.unam.mx), a realizarse del 16 al 20 de marzo.

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