jueves, marzo 28, 2024

Es el primer paraseurolofino reportado en México; antes sólo se había localizado en Canadá y Estados Unidos.

Por Patricia López   

Paleontólogos de la UNAM participaron con colegas del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y un grupo local de Saltillo en el descubrimiento de una nueva especie de dinosaurio en Coahuila.

Se trata de un herbívoro de gran tamaño, cuya principal característica es una cresta alargada y grande en la parte superior del cráneo. Es el primer parasaurolofino reportado en México, pues antes este género de dinosaurio sólo se había encontrado en Canadá y Estados Unidos.

La nueva especie fue nombrada Tlatolophus galorum, y el hallazgo fue reportado en la revista científica Cretaceous Research.

“Desde 2013 paleontólogos del INAH nos buscaron para colaborar en la limpieza y descripción de una cola articulada localizada en el ejido Guadalupe Alamitos, municipio de General Cepeda, en Coahuila. Estuvimos excavando y encontramos unos 38 huesos, entre ellos un fémur, cintura pélvica, escápula y una pieza con forma de gota o paleta que yo creí que era un pubis y resultó ser un cráneo dotado de una cresta muy prominente y distinta de la que tienen otras especies”, narró Ángel Alejandro Ramírez Velasco, alumno de doctorado en el Instituto de Geología (IGI), y uno de los descubridores del fósil.

Junto con los investigadores del IGl René Hernández Rivera y Jesús Alvarado Ortega (este último tutor del doctorante), Ramírez Velasco estuvo desde aquel año estudiando y limpiando los huesos, hasta completar 80 por ciento del cuerpo del animal.

El hallazgo fue reportado en la revista científica Cretaceous Research.

A partir de 2019 realizó una limpieza más fina en el IGl, lo que facilitó tener información de la anatomía del dinosaurio, así como confirmar la presencia de la cresta que sobresalía de la parte posterior del cráneo.

“Obtener la cabeza del fósil fue un tiro de gracia. Siempre es asombroso saber qué te va a permitir el fósil, qué tanta información te va a enseñar, porque todo depende del modo de preservación de la pieza”, dijo.

Otras partes obtenidas con el cráneo y la cresta fueron las mandíbulas inferiores y superiores, el paladar y un segmento llamado neurocráneo, dentro del cual estaba el cerebro del animal.

A partir de 2020, el grupo de trabajo se dedicó a escribir la publicación, a partir de notas tomadas desde el inicio del hallazgo.

De acuerdo con lo indagado, el singular dinosaurio vivió hace entre 72 y 73 millones de años en las tierras que hoy son Coahuila, donde se encontró sepultado entre tierra y rocas, en bastante buen estado de preservación como para describirlo adecuadamente.

Los estudios de Ramírez Velasco y sus colegas mostraron que la cresta y la nariz eran distintas a una especie conocida como Velafrons y más parecida a la del género de los parasaurolofinos.

ORIGEN DE SU NOMBRE

Los investigadores lo bautizaron como Tlatolophus galorum, lo que se puede traducir (del náhuatl y el griego) como cresta palabra, debido a la peculiar forma de la parte superior de su cráneo.

Ramírez Velasco explicó que el nombre rinde homenaje a la vírgula, símbolo utilizado por los pueblos mesoamericanos para representar la comunicación, y también hace referencia a esa función comunicativa de un tipo de dinosaurios con cresta que, al tener numerosas conexiones con la tráquea y la nariz, emitían un sonido parecido al de una trompeta.

“Sabemos que algunos crestados tenían la capacidad de recibir sonidos de baja frecuencia, por lo que debieron ser platicadores. Algunos paleontólogos teorizan que emitían sonidos fuertes para asustar a los carnívoros o con fines de reproducción, lo que sugiere que las crestas lucían colores vistosos.”

Ramírez Velasco contó que desde pequeño le gustaban estos animales y la paleontología, disciplina a la que dedica su vida académica muy cerca de concluir el doctorado.

“Así como muchos niños han soñado trabajar con dinosaurios, yo de chiquito siempre fui así. Me gustaría que este trabajo sea un aliciente para que otras generaciones vean que sí se puede, no es necesario irse a Estados Unidos o Canadá. Aquí en México hubo dinosaurios y seguramente hay más especies que ésta y muchas más por descubrir”, finalizó.

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