viernes, abril 19, 2024

“Hombre bueno y tranquilo” podría haber cometido 20 feminicidios en los últimos 20 años.

Por Gabriela Landetta

Un referente obligado cuando se habla de asesinos seriales es el caso de Goyo Cárdenas, personaje recreado en la película del cineasta José Buil, Los Crímenes del Mar del Norte, a quien se le conocía como un muchacho tranquilo, estudiante  de la Facultad de Ciencias Químicas de la UNAM.

La película está basada en hechos reales sobre la vida de Gregorio Cárdenas Hernández, el estrangulador de Tacuba, quien se hizo famoso en la década de los 40 por el asesinato de cuatro mujeres por cuyos crímenes fue recluido durante 34 años en lo que se conocía como el Palacio Negro de Lecumberri.

El odio a las mujeres uno de los factores principales que mueve a los asesinos a cometer una serie de crímenes, aunque en la vida cotidiana se comportan como vecinos amables como es el caso más reciente del feminicida de Atizapán.

ANDRÉS “N”

“Hombre bueno, noble”, así definían algunos a Andrés “N”, de 72 años y en el  domicilio del hombre “respetuoso y tranquilo”,  ya fueron encontrados más de mil 137 restos óseos de sus presuntas víctimas. Al menos unas 30 mujeres fueron asesinadas por el hombre “incapaz de hacerle daño a nadie”.

El lugar, ubicado en la colonia Lomas de San Miguel, en el municipio mexiquense de Atizapán de Zaragoza, es sede del trabajo que realizan especialistas  en antropología y arqueología forense y genetistas, sin faltar bomberos y policías municipales, entre otros que participan en las excavaciones en la vivienda que, en total sumarán alrededor de 120  metros cuadrados.

El feminicidio de Reyna, cuyo cuerpo desmembrado fue hallado por su esposo cuando entró al domicilio de Andrés “N” en busca de su pareja, el pasado 14 de mayo, fue la punta del iceberg que alertó a las autoridades sobre la muerte de más mujeres a manos del inculpado.

En la primera audiencia que se llevó a cabo  en el penal de Barrientos, el hombre de edad avanzada también reconoció los homicidios de otras cuatro mujeres: Karen, Berenice, Alín y Flor, más otros que se han ido acumulando al paso de las investigaciones.Y el hombre ”bueno y noble”, como era considerado por sus vecinos, podría ser el asesino serial del Estado de México –y del país- más importante de las últimas décadas.

Detrás de esa imagen de buena persona, había un ser violento, irreconocible, capaz de dañar hasta matar a alguien, a una mujer, a varias. Le gustaba irse a tomar sus copas a un bar de Tlalnepantla, al final, ya ebrio, se llevaba compañía femenina. Las mujeres aceptaban porque creían que con él estaban seguras… y pagaba bien. Rubicela y Flor no regresaron. Se sospecha que están entre las víctimas  del “hombre bueno”.

Vinculado a proceso por el primer caso de feminicidio en agravio de Reyna “N”, en el penal de Barrientos se dijo primero que  algunos internos intentaron agredirlo. Tras confirmar que no presentaba lesiones, fue trasladado el pasado 20 de mayo al centro de readaptación social de Tenango del Valle como precaución.  

OSCAR “N”

En Tenango del Valle otro asesino serial, Óscar “N” conocido como el “monstruo” de Toluca, también cumple condena por dos feminicidios, un homicidio doloso y una violación.

En 2019 y ante la insistencia de un hombre que buscaba a su hija, personal de la Fiscalía mexiquense cateó al domicilio de la calle Ponciano Díaz 136 en la colonia Villa Santín, en en municipio Toluca, en donde encontraron el cuerpo de Jessica y el de dos mujeres más.

Oscar trabajaba en una agencia de seguridad privada por lo que tenía conocimiento de armas que incluso presumía en su perfil de Facebook y era reservado pero agresivo, de acuerdo a la opinión de sus vecinos.

El feminicida se mantuvo prófugo al enterarse que habían ingresado a su domicilio por lo que se ofreció una recompensa de $300,000 pesos a quien proporcionara informes, aunque fue detenido el 1 de noviembre de 2019 en la Ciudad de México y ha sumado hasta la fecha cinco procesos penales por violación y feminicidio.

JUAN CARLOS “N” Y PATRICIA “N”

En 2018, el estado de México volvió a ser el centro de atención, cuando se dio a conocer la detención de Juan Carlos “N” entonces de 38 años de edad, quien vivía desde 2008 con su esposa Patricia y cuatro hijos en la colonia Jardines de Morelos en el municipio de Ecatepec.

Fue a partir de 2012 que se convirtieron en cómplices para engañar a sus víctimas y asesinar a cerca de 20 mujeres, aunque pudieron ser más, de acuerdo a la versión que dio a conocer la Fiscalía General de Justicia del estado de México (FGJEM) a los medios de comunicación.

Se trata de un asesino serial que no mostró rasgos de arrepentimiento, declaraba el fiscal Alejandro Gómez Sánchez, “por el contrario, mostraba alegría de haberlo hecho”, e incluso declaró que pretendía asesinar a 100 porque las odiaba ya que le recordaban a su madre a quien le guardaba mucho rencor.

Ambos feminicidas se dedicaban al comercio informal. Patricia vendía ropa usada, quesos, esquites y hasta pozole que preparaban con carne de las víctimas, mientras que Juan Carlos vendía perfumes, ropa y teléfonos celulares. En su declaración, Patricia trató de defenderse al argumentar que su esposo la obligaba a quedarse callada porque la tenía amenazada de muerte.

Las víctimas eran enganchadas con el argumento de hacerles préstamos o venderles ropa a buen precio por lo que eran invitadas a su casa de Ecatepec, donde eran sometidas para luego ser descuartizadas en el baño de la vivienda, cuyos restos eran enterrados en el lote baldío que se encontraba en la parte trasera de la casa, otros más eran congelados  e incluso utilizaban algunas partes para preparar pozole. La pareja fue sentenciada a prisión vitalicia.

EL GEN DEL ASESINO SERIAL

En 2015, un grupo de neurobiólogos de la Universidad rusa de Novosibirsk, en colaboración con la Academia de las Ciencias de Rusia, determinó que aquellas personas que acaban con otras a sangre fría tienen algo en común: una modificación en un gen que les convierte en criminales en potencia. Así lo afirma, al menos, el estudio que ha publicado la revista científica « Journal of Criminal Justice».

Se trata de un gen de receptor de dopamina conocido como D4 (uno de los cinco de los que dispone el ser humano y que se destaca por ser determinante en el sistema motor) es el responsable de que una persona pase de ser pacífica a tener inclinaciones violentas.

PROTESTAS FEMINISTAS

Aunque grupos feministas han hecho llamados para evitar que a estos multihomicidas se les llame “monstruos”, porque eso pareciera alejarlos de su responsabilidad ante esos crímenes, la sangre fría con la que actuaron al  cometerlos y luego continuar con su vida cotidiana como si nada hubiera pasado, pareciera que, efectivamente, le da razón al sobrenombre de “monstruos”.

No obstante, el monstruo mayor es la impunidad y la corrupción que prevalece en el sistema de justicia mexiquense –y mexicano- que permite que “hombres buenos y nobles, incapaces de dañar a alguien”, se conviertan en asesinos seriales de feroz peligrosidad, detrás de una imagen frágil e inofensiva como la de Andrés “N”.

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