jueves, abril 18, 2024

El forzado regreso a clases presenciales, un desacierto más de esta administración.

Laura Águila Franco                                                                   

@laura_aguila

El pasado jueves 15 de julio, el presidente López externó que “se reinician las clases a finales de agosto en todo el país (…). No vamos a tener para entonces problemas de contagios que puedan poner en riesgo a los niños, jóvenes, maestros y maestras y al personal educativo porque está demostrado que la pandemia afecta a las personas mayores” (sic), precisamente en momentos en que la variante Delta del Covid-19 (originada en India) está haciendo presencia en la población de 18 a 39 años y en menores de edad, esta variante ha sido considerada por la Organización Panamericana de la Salud (OPS) como de impacto o riesgo potencial para la salud, estimándose además que el punto más alto de contagio sea en agosto, con base en palabras de Eduardo Clark, director general del Centro de Tecnología e Inteligencia CDMX.

Por su parte, la mandataria capitalina secundó la afirmación estableciendo que el Derecho a la Educación es fundamental y en ese sentido los menores deben de regresar a las aulas. Argumentando también que se constatará el cumplimiento de la normatividad y medidas sanitarias, a fin de proteger la salud de las comunidades escolares.

Se tornan preocupantes estas declaraciones, cuando tenemos un contexto todavía complicado por la pandemia en diferentes ámbitos, como el laboral, que implica garantizar las condiciones óptimas para el personal directivo, docente, administrativo y de apoyo para estar libre de contagios ante el panorama de la llamada “tercera ola de contagios”; las condiciones físicas de los inmuebles escolares, que en todos los centros educativos cuenten con agua potable, jabón, material sanitizante espacios amplios con ventilación adecuada, mobiliario acorde a las nuevas necesidades, teniendo presente que en las aulas solamente asistirá un reducido número de estudiantes  a clases presenciales alternando dicha asistencia, y los alumnos que no estén en el colegio necesitarán continuar contando con apoyo en casa para poder reanudar su proceso de aprendizaje, sin tomar en cuenta las necesidades laborales de las familias.

Sin que se desglose con detalle cómo será el ajuste a los planes y programas de estudio, con libros de texto gratuitos que no se modificaron  como se había ofrecido, y en palabras de la propia secretaria de educación asegurando que “los materiales educativos mantendrán sus contenidos anteriores.., los aprobados en 2011, y en algunos contenidos, los diseñados en 2017…”(La Jornada, 14/06/2021), se habla de ofertar una educación con modelo híbrido, cuando para la mayoría todavía no ha quedado claro  qué significa y de qué manera operará.

Parece que una vez más, omiten el tema que “regresar a clases presenciales” implica  que las condiciones existentes antes de la pandemia en los centros escolares ya no son ni serán las mismas, ese modelo de escuela que conocíamos ya no existirá para ninguno de los actores educativos, y la forma como se abordará este punto con los estudiantes tampoco queda precisa. La interacción social tendrá cambios relevantes, el acercamiento físico se verá limitado, restringido, las actividades físicas y deportivas ya no serán como antaño, los recesos también enfrentarán modificaciones, entonces volver a las aulas es un reto fuerte en cualquier arista que se quiera valorar.

Directivos y docentes se enfrentan a una realidad compleja, si antes de la pandemia su labor era maratónica por un lado cumpliendo con las actividades en las escuelas y por otro el infaltable trabajo que siempre se lleva a casa para cumplir con esta noble responsabilidad, ahora a casi año y medio de pandemia y ante un modelo híbrido, la responsabilidad se multiplica: se va a requerir de una planificación de clase que incluya atender las necesidades de los alumnos en presencial y las de los alumnos que están desde casa, plantear proyectos de indagación tal vez, para poder ser equitativos, cómo adecuar los objetivos de aprendizaje y las estrategias para que los alumnos los logren exitosamente.

La experiencia de un ciclo escolar y medio de trabajo en línea deja claramente marcado que es indispensable una reestructuración curricular, valorar y ponderar cuáles son los aprendizajes y contenidos transversales más importantes, que le permitan a los estudiantes, desde el grado escolar en que se encuentren, consolidar su proceso de aprendizaje y que este sea significativo apegado a la realidad de su vida cotidiana. La pandemia nos ha mostrado que el entorno que cada familia ha vivido también está dejando aprendizajes no curriculares, y que han dado un giro a lo que tradicionalmente se conocía como sistema escolarizado, la realidad ha superado los entornos escolares y nos ha obligado a ser resilientes, y por ende, también han surgido nuevas necesidades en los aprendizajes y en las formas de trabajar en ellos.

La Secretaría de Educación Pública no acaba de definir cómo y cuál será el plan pedagógico, esperemos que no sigan aferrados a la estrategia fracasada y decepcionante que ha sido Aprende en Casa, que lejos de privilegiar a la educación en México, ha sido un verdadero freno. Un programa sin sentido, que no tuvo la preparación de seleccionar contenidos relevantes y conductores que en verdad tuvieran la capacidad para abordarlos y explicarlos. Un programa que causó más frustración, confusión y enojo entre la población a quien fue dirigido (estudiantes de preescolar, primaria, secundaria y bachillerato), que aprendizaje real, y que también abonó a tener un mayor grado de desigualdad, dejando de lado el derecho a recibir una educación de calidad. Y por otro, tampoco existe claridad en los recursos económicos invertidos en tan desarticulado programa, y por supuesto la carencia de una evaluación de qué aportó a los estudiantes y al sistema educativo nacional.

Una vez más, la responsable de la educación en nuestro país vuelve a ser transparente y ausente en la toma de decisiones tan relevantes como el retorno a clases presenciales, de nueva cuenta es la patética decisión unilateral de la figura presidencial la que prevalece, respaldada por la pelele jefa de gobierno, quien indica lo que se va a hacer, sin que medie un solo gramo de sensibilidad, empatía, solidaridad e interés genuino y respeto por la salud y la vida de los mexicanos. Plantear un retorno a clases presenciales cuando no existen las condiciones ni de salud, económicas y físicas para hacerlo, es seguir pisoteando los derechos humanos fundamentales, es continuar imponiendo un decadente, precario y egoísta proyecto presidencial, que ya ha demostrado hasta el cansancio que los verdaderos problemas del país no son de su interés, y mientras el país se desmorona, el perturbado inquilino de  palacio continua viviendo en una burbuja en donde solo existen él y sus delirantes  sueños de grandeza.

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