jueves, abril 18, 2024

En el futuro cercano se espera que sea una relación simbiótica, donde ambos colaboren, dijo el experto en robots móviles y agentes inteligentes.

Por Leonardo Frías Cienfuegos   

La escena entonces lejana y ficticia contenida en filmes, literatura y música de un lazo afectivo y emocional entre humanos y robots, cada vez es menos lejana, pero no en un futuro inmediato.

Jesús Savage Carmona, fundador y titular del Laboratorio de Biorobótica en la Facultad de Ingeniería (FI), especialista en robots móviles y agentes inteligentes, expuso que para que ello ocurra, lo que se requiere es que los sistemas de los robots evolucionen y se hagan más complejos, para que en un momento determinado sean entes “conscientes o semiconscientes”, y que se posibilite esa relación.

“Sólo podremos considerar este acercamiento, cuando tengamos y definamos cómo ‘llevar’ esa ‘conciencia’ y qué sitio cerebral se activa para indicar que un ente es ‘consciente’, creo que lo vamos a hacer, no quiero predecir, pero puede llevar 30 años, 100 años, no lo sé”, afirmó.

Primero debemos definir qué es el afecto, para poder decir: mi robot me quiere, se posibilita a través de la ciencia, podemos simular eso, por supuesto que lograríamos hacer que el robot me responda, me mire y considerar que manifiesta una emoción al verme; pero debemos dejar claro que eso es totalmente artificial, puede considerarse real en apariencia, pero no indica que sea natural: “es mentira eso que te muestra”.

Savage Carmona, explicó esto a propósito de la información que se registra a nivel global, sobre algunas parejas establecidas entre humanos y robots en el continente asiático.

“Desafortunadamente se ha extrapolado la información sobre lo que ocurre, ha habido casos de robots, como Sofía, que hasta le fue otorgada la nacionalidad en Arabia Saudita, incluso cuenta con pasaporte para viajar, pero en realidad, la robot no tiene consciencia, es un autómata, que aun con cierta autonomía, alguien la controla”, mencionó.

CULTURAS ORIENTALES

Esto puede atribuirse, continuó, a que en las culturas orientales, específicamente en Japón, hay una creencia de que todos los objetos tienen alma, una lámpara, por ejemplo, y aunque sea a un nivel comercial y minúsculo, ahí estuvieron hace unos años, los denominados Tamagotchis o mascotas virtuales.

Existe una cierta familiaridad atribuida a los objetos, aunque no de manera generalizada, lo podemos corroborar con los asistentes virtuales inteligentes como Alexa y Siri, o el ayudante de Google, que la gente les comienza a tomar afecto, e incluso les hablan con cierta entonación.

Mr. Roboto

—¿Qué ocurre, querida?

—Ya sabes lo que ocurre. Es Gloria y esta terrible máquina.

—¿Qué terrible máquina?

—No finjas no saber de lo que hablo. El robot, al cual Gloria llama Robbie. No se aparta de ella ni un instante.

—Vas a escucharme, George. No quiero ver a mi hija confiada a una máquina, por inteligente que sea. No tiene alma y nadie sabe lo que es capaz de pensar.

Así se retrató en el capítulo 1 de Yo, robot, del escritor ruso Isaac Asimov, la fascinación que ha ejercido en la humanidad este “aparato fabricado por el humano, capaz de detectar, comprender, e interactuar con su entorno”.

La seducción por el robot, arrastra épocas, quizá una idea potenciada desde el siglo XV con la inquietud de Leonardo Da Vinci. Sin embargo, es hasta hace 100 años, cuando el escritor checo Karel Capek, acuñó el término de robot, el cual hizo público a través de una obra escénica presentada en el Teatro Nacional de Praga en 1921.

“En un principio se había pensado que los robots sustituirían completamente a los humanos, pero eso no va a suceder como tal, sino más bien lo que se espera en el futuro cercano, es que sea una relación simbiótica, donde tanto los robots como los humanos colaboren”, aseguró Jesús Savage.

JUSTINA

El investigador y otro grupo de universitarios de diversas generaciones han sido los creadores de Justina, un androide de servicio, erigida en 2006, en el Laboratorio de Biorobótica de la FI, en el que convergen alumnos de licenciatura y posgrado de vocaciones afines.

Justina ha refrendado su presencia mundial. En poco más de una década ha competido en todos los frentes del ámbito robótico. En Asia: China, Japón, Singapur, Turquía; en Europa: Holanda, Alemania, Austria, Francia; en América: Brasil y México; en Oceanía, en Sídney, Australia.

“Finalmente creo que es el afecto y la interacción humana, tal vez lo que en verdad se ha estado perdiendo”, concluyó Savage Carmona.

Notas Relacionadas