viernes, marzo 29, 2024
Blanqueamiento dental: tan malo como echarle ácido a la cañería

Cepillarse con polvo de tortilla quemada o bicarbonato es como usar una lija.

Por Fernando Guzmán Aguilar / Hugo Cuenca

Todos los tratamientos para blanqueamiento dental, sin excepción, atacan la estructura del esmalte de los dientes y eventualmente los dañan.

El doctor Alejandro Benavides Ríos, especialista en prótesis maxilofacial, y cinco de sus alumnos de la Clínica Periférica Vallejo de la Facultad de Odontología de la UNAM, te dicen por qué no debes blanquearlos.

Es como echarle ácido muriático al baño, advierte Benavides. El blanqueamiento con una sustancia corrosiva (peróxido) desmineraliza la superficie dental. El daño puede ser irreversible y afectar la calidad de vida de quien se blanquea los dientes.

DAÑO A LOS PRISMAS DEL ESMALTE

En un análisis con microscopio electrónico de barrido, Diana Laura Vallejo Luna, estudiante e integrante del equipo de la Clínica Periférica Vallejo, observó que el blanqueamiento dental ocasiona daño sobre la estructura de los prismas del esmalte, generando cavidades de distintos tamaños, lo cual podría promover la adhesión bacteriana.

El blanqueamiento dental (con peróxido de hidrógeno o carbamida) puede ocasionar:

Hipersensibilidad dental

Cambios morfológicos

Disminución en el metabolismo de células odontoblásticas (formadoras de dentina), debido al estrés oxidativo y a la presencia de especies reactivas de oxígeno.

Daños sobre otros tejidos, como el periodonto (tejidos de soporte de los dientes: hueso, encía y ligamento).

El color de dientes

Naturalmente, los dientes tienen distintos tonos: amarillo, marrón, gris e inclusive con ciertas tonalidades azules, apunta Benavides.

Se cree que personas de piel más oscura tienen los dientes blancos, pero sólo es un efecto visual. Un color ligeramente marfil sobre un fondo negro parecerá más blanco, y sobre un fondo blanco, más amarillo.

Las empresas de pastas dentales nos han vendido “el puritano concepto americano” de aspirar a tener los dientes blancos. Y la gente hoy lo compra mucho. Quiere dientes blancos y brillantes, con “reflejo de diamante”, como se ven en los comerciales. “Mentira. Eso nunca se va a lograr, es antinatural”, dice la especialista universitaria.

FUERTES PIGMENTADORES

Consumimos alimentos, bebidas y sustancias que pigmentan los dientes. El café —explica Valeria Miranda Aceves Rodríguez, también estudiante de la Facultad de Facultad de Odontología de la UNAM— contiene taninos (antioxidantes) que al adherirse al esmalte producen cambios en el tono original de los dientes. Y el tabaco, masticado o fumado (por consecuencia del alquitrán y la nicotina), deja manchas desagradables, desde amarillentas hasta marrones.

El té, el vino tinto y los refrescos de cola también “son fuertes pigmentadores”, agrega Benavides Ríos.

Diana Laura Vallejo Luna apunta otras causas de pigmentación:

Consumo de medicamentos.

Reducción en esmalte por falta de vitaminas D, A y C, lo cual impide la formación de la matriz del esmalte.

Fluorosis, envejecimiento, iatrogenia y traumatismo.

Ventajas y desventajas

José Ramón Acevedo, otros de los alumnos del doctor Benavides, señala las ventajas y desventajas del blanqueamiento:

Efecto psicológico. Mejora nuestra imagen y rejuvenece el rostro. Dientes blancos, aunque no son sinónimo de salud, se asocian a un aspecto más sano, higiénico y agradable.

El peróxido de carbamida funciona como antiséptico oral, reduce la placa dentobacteriana y ayuda en la curación de heridas.

El blanqueamiento tiene caducidad. Su éxito es impredecible. Un estudio mostró que el 50% de los dientes blanqueados presentaron regresión del color después de un año de haberse realizado el tratamiento.

Puede causar reabsorciones cervicales e inflamación en dientes jóvenes y tejidos periodontales.

Cuando se aplica calor en el tratamiento de dientes no vitales, pueden provocarse quemaduras térmicas, quemaduras químicas o un daño significativo en los tejidos blandos.

¿Qué método “natural”, no comercial y no agresivo hay para “blanquear” dientes?

Para Liz Mariana Delgado Delgado, también parte del equipo de trabajo, lo natural y menos agresivo es:

Un cepillado dental, tres veces al día, con pasta con flúor, durante dos minutos.

Usar un cepillo con cerdas redondeadas y dureza media, fácil de manejar y de tamaño adecuado para que alcance todas las zonas de la boca con facilidad.

Cambiar el cepillo cada tres meses ya que el uso genera desgaste.

Esclerosis en la dentina

Las dos estructuras rígidas principales de los dientes son:

El esmalte, un material cerámico traslúcido.

La dentina, una sustancia orgánica parcialmente mineralizada, que da los tonos sutilmente amarillos, marrones o grises, determinados genéticamente como el color de los ojos y de la piel.

Con la edad, agrega Benavides, ocurre un desgaste fisiológico del esmalte y en la dentina ocurre un proceso de esclerosis, que deja un rastro de color más oscuro al tono natural original. La dentina se va haciendo más mineralizada, cristalina y menos orgánica.

EL COLORÍMETRO

Un odontólogo, señala Benavides, debe hacer una evaluación previa y usar un colorímetro para determinar la viabilidad de un tratamiento de blanqueamiento sin daño dental.

El colorímetro es una regla con diferentes colores de dientes. Antes de tomar una decisión para blanquearlos, se debe comparar el color de dientes con los colores del colorímetro. Si el paciente está dentro de los tonos más claros, no es necesario dicho tratamiento odontológico.

Todos los colorímetros que tenemos en México no tienen colores para latinos, pues están basados en estudios en población blanca europea y las marcas más utilizadas de colorímetros son alemanas (los dientes de los alemanes tienden a ser más marrones; los de los latinos, más amarillos).

Sin embargo, la paleta de los colorímetros tiende a ser muy aproximada. Así que si estamos dentro de los tres o cuatro colores más claros, el blanqueamiento ni siquiera sería significativo.

BLANQUEAMIENTO GRADUAL

En caso de que sea necesario, dice Benavides, la mejor opción para blanquear los dientes es un tratamiento gradual y controlado por el odontólogo. “No son recomendables los que no son indicados por un especialista, o los que promocionan en plazas comerciales, porque no sabemos ni siquiera el porcentaje de peróxido que contienen”.

En las etiquetas se elogian las características del producto: es lo que vende y lo que la gente quiere escuchar.

Tampoco hay que fiarse de las pastas que prometen blanqueamiento. Generan una efervescencia dentro de la boca, una degradación química sobre la superficie del diente que afecta la lengua y los tejidos blandos de la boca.

Es más fácil cambiar nuestro hábito de higiene dental:

Cada vez que consumo un producto que pigmenta los dientes, cepillarlos de inmediato sólo con agua y cepillo;

Dejar de fumar, de tomar café o refrescos de cola, o por lo menos hacerlo con menor frecuencia.

¿Y los tratamientos con bicarbonato o con polvo de tortilla quemada, qué tan efectivos o dañinos son?

Son sustancias muy abrasivas porque el tamaño de esas moléculas es muy grande. Puede lograrse un cambio de color, pero si el cepillado es de violín y fuerte, causará un surco en el cuello del diente; es como usar una lija de agua. Por lo tanto, no deben utilizarse. Es mejor cepillar sólo con agua o un poco de pasta dental.

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