viernes, marzo 29, 2024

En tiempos de confinamiento o aislamiento por pandemia, se hace más que necesario adoptar un estilo de vida lo más saludable posible.

Por Laura Águila Franco                                                           

@laura_aguila

A lo largo de 17 meses, que es el tiempo transcurrido por la pandemia en donde se ha tenido que transformar la manera de hacer la mayoría de las actividades, como estudiar y trabajar de manera remota, ello ha forzado a que las personas permanezcan sentados frente a una pantalla por largos periodos de tiempo, teniendo como efectos secundarios algunos inconvenientes para la salud, tales como el sedentarismo, contracturas musculares, circulación sanguínea inadecuada, entre otras condiciones más, resaltando la conveniencia de hacer cortes o recesos durante las jornadas, para llevar a cabo alguna actividad física en beneficio de la salud, independientemente de la edad, género y/o actividad que se realice.

Generalmente cuando se habla de actividad física, de inmediato es correlacionada con la práctica de algún deporte o ejercicios físicos específicos, cabe resaltar que se estima como actividad física, a todo aquel movimiento del cuerpo producido por la acción muscular voluntaria y que implica o supone un gasto de energía, y bajo estas características, labores como jugar, regar plantas o arreglar el jardín, bailar o subir y bajar escaleras, también se consideran dentro de la actividad física.

A este respecto, la Organización Mundial de la Salud (OMS), aclara que “el comportamiento sedentario y los bajos niveles de actividad física pueden tener efectos negativos en la salud, el bienestar y la calidad de vida de las personas, mientras que la actividad física y las técnicas de relajación pueden ser herramientas valiosas para ayudar a mantener la calma y proteger su salud durante las cuarentenas” (2020).  Con base en ello, en tiempos de confinamiento o aislamiento por pandemia, se hace más que necesario adoptar un estilo de vida lo más saludable posible, incluyendo una alimentación sana y equilibrada, tratar de reducir el tiempo de exposición a pantallas de dispositivos electrónicos, ingerir suficiente agua, ya que cuando la ingesta de líquidos no es la adecuada, el cerebro también se deshidrata originando que las capacidades de razonamiento se vean afectadas, principalmente en la memoria, debido a que la atención disminuye y se generan dificultades en la concentración, por lo que es vital valorar que al efectuar actividad física se contribuye a mejorar el funcionamiento de los sistemas fisiológicos, colaborando también para evitar o prevenir algunas otras condiciones más de salud física, emocional y mental.

Con sobrada razón es que la UNESCO hace un llamado urgente para que los países inviertan en brindar una educación física de calidad, entre otras razones, para ayudar a una más exitosa y rápida recuperación post Covid, tanto física, como mental, social y económicamente. Se estima, con base en cifras de la propia UNESCO, que alrededor de una cuarta parte de la población mundial presenta una condición de salud subyacente que incrementa el nivel de vulnerabilidad ante el virus, sumando a esto que los problemas de salud mental han aumentado exponencialmente durante la pandemia, especialmente entre los jóvenes lo que ha llevado a considerar a la inactividad física como una pandemia paralela, que coadyuva a que ocurran alrededor de 5 millones de muertes prematuras al año.

 

 

¿Qué es la Educación Física de calidad?

La diferencia más relevante con los programas tradicionales se centra en que en la educación física de calidad se trabaja partiendo de la igualdad de oportunidades, para que todos los estudiantes tengan la posibilidad de ser considerados en un plan de estudios equilibrado e inclusivo. De este modo, fomentar la participación en programas de educación física de calidad, es apostar por mejorar la salud física, reducir los trastornos emocionales, y fortalecer la resiliencia emocional, lo que a su vez permite ser una solución de alto impacto y bajo costo en el desarrollo y fomento de hábitos deportivos positivos en los estudiantes y la población en general, con la finalidad de que los lleven a cabo el resto de su vida. Estas han sido las razones y argumentos por las que  la UNESCO esté promoviendo la iniciativa “Fit for Life”, en donde la educación física de calidad es la línea a seguir para una mejor recuperación del COVID-19, y su planteamiento está orientado para dar respuesta a los efectos inmediatos sobre la salud física y mental de las personas.

En palabras de Gabriela Ramos, Subdirectora General de Ciencias Sociales y Humanas de la UNESCO “La educación física de calidad es la base de una vida más sana, feliz y productiva, y todo empieza en la escuela. Tiene el potencial de acelerar los esfuerzos de recuperación tras la COVID y puede ayudar a diseñar una “nueva normalidad”. Tenemos que mejorar la enseñanza de la educación física, para cultivar el talento, pero también para inculcar los valores que transmite el deporte. ¡Trabajo en equipo, mérito, espíritu positivo!”

A través del documento titulado “Educación Física de Calidad (EFC)”, Guía para los responsables políticos, UNESCO, hace un importante llamamiento a atender esta disciplina, al considerar que la educación física ha disminuido en todo el mundo, considerándola menos importante que otras asignaturas y por lo tanto es poco considerada en los presupuestos educativos,  y ello ha propiciado que la OMS marque como preocupantes los crecientes niveles de sedentarismo, nombrándolos también como “otra pandemia”, y desde luego  el riesgo de desarrollar enfermedades debido a ello, y por esta razón es que se dirigen a los gobiernos para que implementen medidas políticas para asegurar que la educación física sea valorada en su justa dimensión, con la envergadura y trascendencia real para formar parte de los planes y programas escolares.

La inversión en el diseño de programas para una educación física de calidad, conlleva también acciones como comprender y promover una “alfabetización y cultura física y cívica. Actualmente, la educación física lamentablemente es considerada como una asignatura “secundaria”, en donde los alumnos salen a desfogar sus energías y la han reducido a un espacio en donde se promueve que los estudiantes corran, jueguen con balones o pelotas y algunas cuerdas para saltar, cuando en realidad es la única disciplina que desde su estructura, posee un enfoque que logra compaginar las competencias corporales y físicas, con la comunicación, así como  en el aprendizaje y puesta en práctica de valores. La práctica regular de la educación física de calidad, así como de la activación física, contribuye  a propiciar una mejor atención en los niños, representando por lo tanto, mejorías en el proceso cognitivo.

Refiriéndonos a la parte de inclusión, a través de la educación física de calidad se rompen los paradigmas, estigmas y estereotipos, construyendo así un verdadero puente  de inclusión en la sociedad para los estudiantes, del mismo modo, se convierte en un poderoso vínculo de promoción deportiva más allá del entorno escolar, sino como parte integral de la vida. Si se logra brindar la importancia necesaria a la educación física de calidad, se daría un enorme e importante paso para romper esa conexión que existe entre las principales causas de mortalidad a nivel mundial por enfermedades NO transmisible (ENT), y que son consecuencias naturales del sedentarismo: obesidad, enfermedades cardiacas, accidentes cerebrovasculares, enfermedades respiratorias crónicas, cáncer y diabetes, entre otras.

Estos ajustes para una educación física de calidad, apremia que se lleven a cabo, pues desde 2013, en la Conferencia Internacional de Ministros encargados del Deporte de la UNESCO (MINEPS V), ya se había dejado en claro  que “La educación física en la escuela y en todas las demás instituciones educativas, es el medio más efectivo para dotar a todos los niños y jóvenes de competencias, aptitudes, actitudes, valores, conocimientos y comprensión para su participación en la sociedad a lo largo de la vida”.

Y para consolidar esta tarea es preciso que exista inversión pública, un entorno adecuado, desarrollo de programas de calidad y desde luego, autoridades responsables, especialistas en el área,  que fomenten la concientización y capacitación a los profesionales de la educación física.

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