jueves, marzo 28, 2024

Somos animales políticos y por ende, sociales, los actuales resultados nos dicen mucho, pero no todo, no marcan el rumbo de nuestra sociedad, es tiempo de tomar acción en los asuntos públicos.

Por Juan Carlos Galindo Olivares

Día lunes y todos los telediarios, periódicos, redes sociales, plataformas de noticias y platicas familiares o de amigos giran en torno a las votaciones, los resultados y perfiles que conforman nuestra política contemporánea, y es que la verdad no hay mucho que decir, pues la creciente desconfianza de la ciudadanía en los partidos se nota a simple vista, el abstencionismo y el reciclaje de candidatos que pasan de un partido a otro como si no hubiera alguien mejor que nos representara, al respecto nos preguntamos dónde están los profesionales de la política, dónde están los jóvenes organizados, dónde están los ecologistas y demás movimientos sociales, dónde estamos los ciudadanos como agentes del cambio más allá de la democracia procedimental, y me refiero a dónde están como representantes de una postura ideológica real, como un contrapeso, como sujetos pensantes que fundan su actuar en la ética y la virtud, más no en el deseo de poder o el mal entendido de poder disfrazado de deseo de reconocimiento.

El sentido desvirtuado de la democracia que los clásicos griegos ya vislumbraban hace siglos conforman nuestro día a día, corrupción, idiotas en el amplio sentido de la palabra, como sujetos individuales desinteresados en el otro, pero curiosamente participantes en la cosa pública para representar a los otros y no a nosotros, constantemente es una lucha por la hegemonía, por lo típico, concentrando el contenido particular en algo capaz de imprimirse en un cambio a los significantes o en este caso a los votantes, como si las recetas, que ni recetas son, sino más bien palabrerío sin fundamento real en sus propuestas fuera resolver los problemas sistemáticos tan complejos que nos aquejan, como si fuera tan sencillo resolver la violencia de género con cursos de una hora sobre concientización en contextos diversos, como si el enfoque de derechos sólo se plasmara en un proyecto con nombrarlo, como si la agenda 2030 y sus metas entraran por el simple hecho de integrarlo en algún oficio girado.

Los problemas y las colusiones que deben buscarse tienen que venir de una relación, así como de un diálogo necesario entre el gobierno y la ciudadanía, necesitamos encontrar el hilo conductor entre unos y otros, no entre ellos y nosotros, esta más que claro que las políticas públicas son muy necesarias, pero cómo exigir eso a administradores públicos que las desconocen, y que han escuchado hablar de ellas por boca ajena, tenemos que pensar en modelos de gestión pública, en perfiles, en reducciones presupuestarias, en normatividad nueva que plasme el espíritu social, en desaparición o ampliación de instituciones, en una reflexión de qué nos está funcionando y qué no, pues la política se encuentra entre la capacidad de hacer posible lo imposible o viceversa , en el térreo de la cohesión social y por supuesto en el conflicto con miras a superarse.

Hablemos de la creciente violencia con la que cada tres años ejercemos nuestro derecho a votar, pero que no es exclusiva de los procesos electorales, hablemos de las trayectorias y vida personal de los que serán ahora responsables del aparato administrativo del estado como ente federalizado, hay cientos de puntos en los que pensar y poner las cartas sobre la mesa, pero la principal preocupación que acecha a nuestra modernidad es si la democracia como ahora la conocemos, en su sentido más básico que es de elección popular basta para dirigir un país, estados y municipios, y es claro que no, sin embargo, es tiempo de evolucionar hacia formas emergentes, como es la democracia deliberativa, la sustancial, la gobernanza,  etc. En este sentido, importa mucho quien gane, pero más aún lo que vamos a hacer sabiéndolo, nos queda medio año para construir una ruta, para generar intercambios entre los gobernantes y gobernados, no podemos paralizarnos ahora, pues son tiempos violentos, de desencanto, de crisis, pero con amplia posibilidad de cambiarla.

Recordemos que somos animales políticos y por ende, sociales, los actuales resultados nos dicen mucho, pero no todo, no marcan el rumbo de nuestra sociedad, es tiempo de tomar acción en los asuntos públicos, salgamos de nuestro oikos y vallamos a la polis, pues nos necesitamos más que nunca, necesitamos cada vez las manifestaciones, necesitamos cada vez más el diálogo, necesitamos hacer de la política algo que valga la pena y que tenga que hablarse, pues la política y sus repercusiones en las decisiones afectan a la comunidad, ya sea desde la violación de derechos humanos hasta la molestia e impotencia por la sobreexplotación de los recursos naturales, que nuestro malestar sea social y no individual, pues no nos queda más que recuperar lo público de la política.

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