Por Rubén Islas
Dos mil veintiuno fue un año crítico para MORENA en todo el país. Después de haber constituido en 2018 mayorías muy solventes a nivel nacional y en el Estado de México, las elecciones intermedias se resolvieron con el voto de castigo de los ciudadanos a legisladores y munícipes de MORENA que no cubrieron las expectativas políticas, gubernamentales y sociales de mexicanos y mexiquenses.
Bajo la conducción del presidente de la República, las estructuras políticas e institucionales de MORENA aceleraron el paso de los propósitos de la cuarta transformación para recuperar año tras año, de 2021 a 2024, la hegemonía política y electoral hasta lograr, con el liderazgo de Claudia Sheinbaum, un triunfo arrollador en las elecciones nacionales de 2024: el retorno de la mayoría.
El Estado de México ha jugado un papel preponderante en esta recuperación del poder político de MORENA. Es sin lugar a duda el Estado líder del Movimiento de Regeneración Nacional, la columna vertebral de la cuarta transformación. Aquí, la real revolución feminista de MORENA tuvo su punto de partida con el triunfo de una sencilla maestra normalista que vino a ponerle fin al acartonado y formalista estilo político mexiquense, la gobernadora Delfina Gómez.
La ciudadanía mexiquense apostó nuevamente, todo su capital político en sufragios, a darle la mayoría calificada a MORENA en el Congreso del Estado, lo que representa una enorme responsabilidad para las y los diputados locales. Dos caminos tienen frente a ellos: vivir en la continuidad legislativa de un Congreso que no se atreve a dar el salto cualitativo y continuar en la inercia burocrática o constituirse en la Legislatura histórica que los mexiquenses demandamos. La legislatura que se atrevió a transformar radicalmente al sistema legal del Estado, desde la Constitución y las leyes del Estado, hasta las instituciones de gobierno, particularmente en la reforma profunda de los poderes estatales: Ejecutivo, Legislativo y Judicial.
Los mexiquenses, con nuestro contundente voto en favor de MORENA, hemos dicho que no queremos vivir más bajo el yugo de una Constitución y un sistema legal confeccionado por el PRI y su grupo Atlacomulco. Al diablo con el Derecho priista, ha llegado la hora de forjar la Constitución, las leyes y las instituciones de la cuarta transformación.
Esta nueva legislatura, instalada a partir de este 5 de septiembre, ha de ser el brazo político fundamental de las políticas públicas de una gobernadora radicalmente transformadora, que cuenta con un apoyo social y una legitimidad indiscutible. Llego la hora del cambio verdadero, no hay tiempo que perder ni en el acomodo burocrático, ni en la conflictividad politiquera.