martes, abril 16, 2024

De 2 mil 429 alcaldes en el país, 15% eran analfabetas y 60% apenas había concluido la primaria, de acuerdo a datos de 202: Diego Bautista

La ética es el filtro que podría impedir el acceso a personas incapaces, ineptas, corruptas y demagogas que buscan ingresar al servicio público y, además, es un obstáculo para aquellos que ambicionan y anhelan el poder sin contar con un perfil idóneo, afirmó Óscar Diego Bautista, catedrático de la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEM) y especialista en temas de Ética Pública.

Al ofrecer la conferencia “Integridad en los Servidores Públicos”, organizada por el Comité de Ética del Órgano Superior de Fiscalización del Estado de México (OSFEM), el también investigador y miembro del Sistema Nacional de Investigadores (SIN), destacó que la ética tiene que ver con personas comprometidas con el espíritu de servicio.

En el salón “Benito Juárez” de la Cámara de Diputados mexiquense, desatacó la relevancia de la ética en el servicio público por varias razones: porque el espíritu público está siendo sustituido por el espíritu privado o del capitalismo; porque se requieren individuos con perfiles idóneos para enfrentar los retos del país; porque hoy se cuenta con servidores públicos  con bajos niveles de escolaridad y formación profesional; porque se necesita de verdaderos servidores públicos que sirvan a la ciudadanía y porque hay mucha corrupción en los nuevos, “lo que genera que el país se esté desmoronando”.

Ejemplificó que, en el año 2000, de 2 mil 429 alcaldes en el país, 15% eran analfabetas y 60% apenas había concluido la primaria. Además, en los países subdesarrollados, persiste un esquema de botín en el que los cargos de dirección o relevancia son otorgados a amigos, compadres o familiares que no cuentan con estudios o perfiles idóneos.

Ante el titular de la Unidad de Asuntos Jurídicos del OSFEM y Secretario del Comité de Ética, Jorge Bernáldez Aguilar, mencionó que la falta de ética en el servicio públicos va ligada a la corrupción, fenómeno presente en los sectores público, privado y social, así como en los tres poderes, en todos los niveles de gobierno y los sectores de la administración pública.

“Las prácticas corruptas se han vuelto comunes”, afirmó, y el camino para no entrar en esa dinámica es tomar conciencia y cumplir con un perfil básico para estar en el servicio público: capacidad para el cargo, lealtad a la Constitución —la política y la escrita—, y tener sentido de justicia.

Advirtió también que mientras en México no sean castigados los malos servidores públicos, seguirán riéndose de los códigos y eso permitirá mayor impunidad.

Señaló, no obstante, que los valores éticos que debe poseer un servidor público son adquiridos, y cuando se rescatan y fomentan “éstos construyen, reconstruyen, fortalecen, motivan, generan integridad y dignidad, lo que genera una conducta libre orientada a la realización del bien mediante el cumplimiento del deber.

“Por el contrario, cuando los valores se debilitan o ausentan, los antivalores y las prácticas corruptas aparecen de inmediato”, indicó.

Destacó que sólo la interiorización y la fortaleza de las convicciones éticas pueden cubrir el vacío que el contexto produce. “Un servidor con ética no roba, no miente, no estafa, no traiciona; al contrario, actúa con prudencia, cumple con sus deberes, ofrece resultados, trabaja por el bien común.

“El propósito de la Ética Pública es generar el Bien Interno o Espíritu de servicio en todo servidor público. Ningún político y funcionario debería ocupar un cargo si no cuenta con una formación en valores”, enfatizó.

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