jueves, marzo 28, 2024

La función docente, más allá de la labor académica dentro del aula, abarca una serie de actividades extra curriculares como la atención a padres de familia, eventos culturales y deportivos.

Por Laura Águila Franco                                                                      

@laura_aguila

La responsabilidad que implica desarrollarse y trabajar como docente requiere ser valorada en su justa dimensión e importancia, puesto que es un ejercicio profesional que lleva implícitas múltiples funciones, una de las más sustanciales consiste en ejecutar los procesos sistemáticos de enseñanza-aprendizaje, que a su vez incluyen el diagnóstico, planificación, ejecución y evaluación de esos mismos procesos y de los resultados obtenidos, sumando a ello las responsabilidades que cada centro escolar les asigne como comisiones.

La función docente, más allá de la labor académica dentro del aula, abarca una serie de actividades extra curriculares como la atención a padres de familia, eventos culturales y deportivos contemplados en el proyecto educativo institucional, sumadas a las actividades de planeación y evaluación institucional, y las que implican capacitación y actualización de sus prácticas pedagógicas.

Es por ello que los docentes simbolizan una de las figuras de mayor solidez y poder influyente para asegurar la equidad y el acceso a la educación de calidad, debido a que representan la clave para beneficiar el desarrollo sostenible en el mundo, y lamentablemente en gran cantidad de países  su formación profesional, contratación, permanencia, y las condiciones de estatus laboral, son temas que continúan causando preocupación.

A este respecto, y con la intención de elevar la calidad de la educación, principalmente en los países de América Latina y el Caribe, la UNESCO ha emitido una convocatoria para que los docentes evalúen su desempeño durante la pandemia, dando respuesta a una encuesta laboral intitulada Encuesta a docentes de América Latina y el Caribe sobre su situación y necesidades de apoyo en el contexto de la COVID-19, cuyo principal objetivo es “conocer, desde la voz del profesorado de la región, la situación en la cual han ejercido su trabajo durante la pandemia, las innovaciones que han realizado y sus necesidades de apoyo y formación en el corto y mediano plazo”.

A partir de los resultados que se obtengan, la UNESCO  tomará decisiones a nivel local, nacional y regional, en donde se reorientará la Estrategia Regional para Docentes de este organismo, con el fin de promover programas de apoyo y de formación que sean pertinentes y oportunos para la labor de las y los trabajadores de la educación, recordando que con base en datos del Instituto de Estadística de la propia UNESCO (IEU), se considera una escasez a nivel mundial de docentes calificados y debidamente formados, estimándose que se necesitará contratar alrededor de 69 millones de docentes para garantizar la universalización de la enseñanza en los niveles primaria y secundaria, de aquí a 2030.

Con base en la Declaración de Incheon (compromiso de la comunidad educativa en favor del ODS 4-Educación 2030 y la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, reconoce la función esencial que desempeña la educación como uno de los principales motores del desarrollo), la propia UNESCO ha hecho un llamado a los países miembros a  “asegurar que los docentes y educadores tengan las competencias necesarias, sean contratados y remunerados de forma adecuada, reciban una buena formación, estén profesionalmente calificados, se encuentren motivados, estén repartidos de manera equitativa y eficaz en todo el sistema educativo, y reciban apoyo dentro de sistemas dotados de recursos, eficaces y bien administrados”.

Primordial es brindar el apoyo y protección necesaria y suficiente al personal educativo, incluyendo directores escolares y personal de apoyo académico, para que sean reconocidos los esfuerzos con los que han enfrentado y dado respuesta a  la crisis sanitaria, y que continuarán haciéndolo después de ella, es bien conocido que alrededor del mundo los docentes han sido perseverantes para apoyar a sus alumnos con la enseñanza a distancia, las más de las veces sin orientación, formación o apoyo y recursos suficientes para ello.

Las repercusiones a corto y largo plazo que se tendrán por el confinamiento debido a la pandemia, se verá reflejado no solamente en el rezago educativo y pérdida de aprendizajes en los estudiantes, también en las habilidades de los docentes para impartir y brindar enseñanza de calidad que beneficie los resultados del proceso de aprendizaje serán cuantiosas si no se da un giro para atender las necesidades de profesionalización a los docentes actuales y futuros, como parte de las estrategias para subsanar el daño en este rubro por el COVID-19.

Ser garantes en la protección, seguridad y bienestar de los educandos ante esta crisis mundial es esencial, y no es un asunto nuevo, ya que la Recomendación OIT/UNESCO referente a la Situación del Personal Docente, que data de 1966, así como la Recomendación de la UNESCO en relación a la Condición del Personal Docente de la Enseñanza Superior, formulada en 1977, lo han señalado desde hace 55 años, y los gobiernos tienen una deuda muy grande y profunda en este sector, debido a lo cual se ha ampliado el significado de esta responsabilidad, exhortando a los gobiernos a proteger los empleos y salarios, priorizar las salud, la seguridad y bienestar de los alumnos y docentes, capacitar al personal educativo para dar respuestas positivas ante el COVID-19, garantizándoles la formación profesional adecuada y necesaria.

Todo lo anterior, sin olvidar la inclusión y la equidad, y también buscar las formas de fomentar, establecer y mantener redes de apoyo e intercambio profesional entre docentes, un mayor acercamiento y comunicación con los alumnos y sus familias, con el objetivo de garantizar un mejor desempeño y éxito de la enseñanza a distancia, presencial o híbrida, hasta que las condiciones permitan a las escuelas reabrir sus puertas en condiciones de extrema y absoluta seguridad.

Es impostergable revalorar la importancia de la labor docente, si la volteamos a ver como la vocación de los profesionales que son poseedores de la pasión por la enseñanza, llenos de un valor fundamental para formar a las nuevas generaciones, por lo que concluimos que ser docente es una gran misión fundada en valores, amor y empatía  para crear ciudadanos con futuro brillante.

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