jueves, abril 18, 2024

La educación inclusiva abarca más allá de un tipo de colegio, o de la metodología con la que trabajen, lo más relevante tiene que ver con la calidad del servicio que las escuelas ofrezcan y de la experiencia del personal para poder apoyar el aprendizaje de los estudiantes.

Por Laura Águila Franco                                                                                  

@laura_aguila

En el Marco de Educación 2030,  el Objetivo de Desarrollo Sostenible 4 (ODS-4)  resalta la necesidad de la inclusión y la igualdad como el soporte para una educación de calidad, que garantice la equidad de oportunidades para todas y todos a nivel mundial.

Es bien sabido que diferentes tratados internacionales en materia de derechos humanos, a lo largo de la historia reciente, prohíben cualquier forma de discriminación, exclusión o impedimento de las oportunidades a recibir enseñanza, que tengan su fundamento en diferencias de tipo social, sexo, origen étnico, idioma, religión, nacionalidad, aptitudes y/o situación económica. Desde 1960, los lineamientos planteados como resultado de los trabajos realizados en la Convención relativa a la Lucha contra las Discriminaciones en la Esfera de la Enseñanza, ocupan un lugar preponderante entre los documentos normativos de las UNESCO en lo referente a educación, al ser el primer instrumento de carácter internacional que abarca ampliamente el derecho a la educación, y ha mantenido solida vinculación con las leyes internacionales, al haber sido ratificada por 106 países y permanecer vigente a lo largo ya de 60 años.

Este documento es uno de los pilares sustanciales de la Agenda Mundial de la Educación 2030, y el mecanismo más poderoso para promover el logro de los ODS (Objetivos de Desarrollo Sostenible), su fortaleza se centra básicamente, en el argumento de que “la educación no es un lujo, es un derecho fundamental”, y que “el Estado tiene la obligación de proscribir cualquier forma de discriminación en el ámbito educativo al promover la igualdad de oportunidades en materia de enseñanza” (UNESCO, 2020).

Naturalmente los países que forman parte de la convención, asumen la responsabilidad de ejercer el derecho a la educación en los propios términos como ha sido establecido, comprometiéndose a que sea el Estado el encargado de brindar enseñanza gratuita y obligatoria. Siendo también la enseñanza superior accesible a todos, y de calidad, además de cuidar que la preparación profesional de los docentes sea libre de discriminaciones. Dentro de los preceptos de esta convención, también se encuentran el trabajar para que la educación se encamine al pleno desarrollo de la personalidad humana, consolidando el respeto a los derechos humanos y de las libertades fundamentales (los que tenemos las personas por el simple hecho de existir).

Para poder lograr lo anterior, y brindarles educación de calidad a los grupos de personas que se encuentran marginados o excluidos, es urgente diseñar y aplicar políticas económicas y educativas que cuenten con programas inclusivos, es decir, aquellos que eliminen los impedimentos para que todos los niños, niñas y adolescentes reciban educación, considerando la diversidad de sus necesidades, capacidades y particularidades, suprimiendo así cualquier forma de discriminación en el entorno referente a la educación. Naturalmente, esto implica brindar especial atención a aquellos grupos de niños, niñas y adolescente que presentes algún tipo de discapacidad, y a las comunidades indígenas, pues ambos grupos continúan siendo excluidos de este proceso de enseñanza, y por lo tanto de los sistemas educativos.

Para tal efecto, la UNESCO define a la educación inclusiva de la siguiente forma:

“La educación se ve como el proceso de identificar y responder a la diversidad de las necesidades de todos los estudiantes a través de la mayor participación en el aprendizaje, las culturas y las comunidades, y reduciendo la exclusión en la educación. Involucra cambios y modificaciones en contenidos, aproximaciones, estructuras y estrategias, con una visión común que incluye a todos los niño/as del rango de edad apropiado y la convicción de que es la responsabilidad del sistema regular, educar a todos los niño/as. Se basa en el principio de que cada niño/a tiene características, intereses, capacidades y necesidades de aprendizaje distintos y deben ser los sistemas educativos los que están diseñados, y los programas educativos puestos en marcha, teniendo en cuenta la amplia diversidad de dicha características y necesidades”.

Como puede observarse, cubrir el objetivo de la inclusión en la educación, es una tarea ardua que requiere respuestas oportunas y adecuadas para la diversidad de necesidades educativas en entornos pedagógicos dentro y fuera del aula, la inclusión lleva a reflexionar sobre cómo convertir los sistemas educativos para facilitar el aprendizaje y que este sea exitoso, trazar metas comunes que posibiliten el acceso y la participación en el aprendizaje, bajo la defensa de igualdad de oportunidades para niños, niñas y adolescentes en su totalidad, defendiendo los principios de justicia social y de  equidad educativa.

Considerar que la base de la educación inclusiva, es que todos los niños, niñas y adolescentes con y sin discapacidad o dificultades para el aprendizaje, vivan la oportunidad de aprender juntos en los distintos centros escolares, desde la educación preescolar hasta universidad, contando con apoyos y asesorías apropiadas a sus necesidades, ya que lamentablemente la población de niños con discapacidad continúan dentro de grupos  marginados y excluidos, y habitualmente no tienen acceso a una educación de calidad.

De acuerdo a la OMS y al Banco Mundial, las políticas a este respecto tienen sus variantes en todo el mundo, y algunos países como Chile, Italia, Luxemburgo, Paraguay y Portugal ya han establecido con leyes de educación inclusiva, contando con clases especiales en escuelas regulares,  y lo más importante, escuelas inclusivas que trabajan afanosamente para identificar y eliminar los obstáculos que impiden a los estudiantes participar en todos los entornos. Por lo que, de acuerdo con la UNESCO, el establecimiento de escuelas inclusivas es considerado como el detonante para la igualdad y los derechos humanos, aportando beneficios educativos, sociales y económicos (UNESCO, 2010)

La educación inclusiva abarca más allá de un tipo de colegio, o de la metodología con la que trabajen, lo más relevante tiene que ver con la calidad del servicio que las escuelas ofrezcan y de la experiencia del personal para poder apoyar el aprendizaje de los estudiantes, promover sus logros y facilitar su participación integral en las actividades de la escuela.

Es urgente y necesario que los gobiernos giren las políticas educativas hacia la inclusión y equidad, y para ello se requieren cambios de fondo en la teoría y la práctica en todos los niveles del sistema educativo, el trabajo de los docentes en el aula, de los directivos, personal administrativo y de apoyo, hasta los responsables a nivel nacional.

“La política educativa puede influir y apoyar el pensamiento y las prácticas inclusivas, estableciendo la igualdad en el disfrute del derecho a la educación de todas las personas, y definiendo las formas de enseñanza, apoyo y liderazgo que constituyen la base de una educación de calidad para todos y todas” (UNESCO, 2015).

Lamentablemente el  Informe de Seguimiento de la Educación en el Mundo 2020: inclusión y educacióntambién conocido como GEM 2020señala que el 40% de los países con ingresos bajos y medianos no han prestado apoyo a los y las estudiantes desfavorecidos durante el cierre temporal de las escuelas debido a la emergencia sanitaria por COVID-19, en el estudio realizado, que analiza los progresos de 209 países en materia de educación inclusiva, también señala que menos del 10% de los gobiernos del mundo poseen leyes que ayuden a garantizar la plena inclusión de la educación.

En estos momentos es importante tener presente que el aprendizaje se logra cuando las y los estudiantes participan activamente en la construcción de su propio proceso, considerando que los docentes en los sistemas inclusivos requieren de evaluar la efectividad de la enseñanza para la diversidad de estudiantes de manera constante, para poder realizar los ajustes y cambios pertinentes que posibiliten que cada educando consolide el aprendizaje de la mejor manera posible. 

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