viernes, marzo 29, 2024

Junto a sus colmillos se hallaron evidencias de la presencia del hombre en la Cuenca de México que va mucho más allá de 15 mil años.

Por Leonardo Huerta Mendoza  

El 29 de enero de este año, durante los trabajos de construcción de un confinamiento de basura en San Antonio Xahuento, municipio de Tultepec, Estado de México, se encontraron restos óseos de mamuts. Las autoridades municipales informaron al Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), que de inmediato tomó control del lugar.

Desde ese día, arqueólogos a cargo de Luis Córdoba Barradas, del área de Salvamento Arqueológico del INAH, empezaron las excavaciones. Después de nueve meses de trabajo, los investigadores informaron que se hallaron 824 huesos que pertenecieron a 14 mamuts, y que también encontraron restos óseos de un caballo y de un camello.

En el sitio del hallazgo, los investigadores del INAH encontraron lo que parecen ser dos trampas excavadas por cazadores, lo que las convertiría en las primeras trampas para mamuts descubiertas en el mundo.

“Este hallazgo es importante no sólo por la abundancia de restos óseos, que corresponden al menos a 14 mamuts, sino porque los huesos no presentan una posición anatómica, lo cual parece indicar que fueron destazados y aprovechados”, explica Agustín Ortiz Butrón, del Laboratorio de Prospección Arqueológica del Instituto de Investigaciones Antropológicas de la UNAM.

“Además, están confinados en lo que parecen ser dos huecos artificiales, o trampas hechas por el hombre para capturarlos, lo cual lo convierte en un hallazgo único en el mundo. Sin embargo, faltaría hacer más análisis sedimentológicos para confirmarlo, porque hay la posibilidad de que se trate de un cauce antiguo, posiblemente del mismo lago al desecarse”, agregó.

Es interesante que haya tantos restos óseos de mamut en un solo sitio, junto con restos de camello y de caballo, agrega el investigador, porque cabe la posibilidad de que en un principio se aprovechara una trampa natural y que se modificara artificialmente para continuar atrapándolos.

Debemos considerar que como no se tenían métodos de conservación de la carne, la mayor parte debió descomponerse por lo que aprovechaban principalmente los órganos internos o vísceras, como el corazón, el hígado y la lengua. También se aprovechaba su piel, grasa y algunos huesos para fabricar herramientas.

“Un mamut proveería suficiente alimento para unas 20 personas, por lo tanto, matar más de uno a la vez sería un desperdicio de carne y de energía”, dice Ortiz Butrón. “En consecuencia, tendríamos que pensar que no todos los animales habrían muerto al mismo tiempo, sino en diferentes eventos”.

Las dos posibles trampas que encontraron los investigadores del INAH tienen 1.70 m de profundidad por 25 metros de diámetro separadas 40 metros una de la otra. Según Córdoba, hay la posibilidad de que hubiera una hilera de trampas para capturarlos y que algunos cortes rectos verticales con ángulos de 90 grados indicarían que fueron trampas creadas por el hombre.

“Sin embargo, hacen falta estudios más detallados para llegar a conclusiones más confiables y confirmar o desechar dicha hipótesis”, explica Ortiz Butrón.

Aunque Córdoba menciona que los huesos se hallaron cubiertos por 12 centímetros de ceniza del Popocatépetl de hace 14 mil 700 años, esto aún habría que confirmarlo. El fechamiento es tentativo porque hasta el momento no se han realizado dataciones ni tampoco análisis de la ceniza volcánica.

En lo que fueran las orillas de los lagos de Chalco, Xochimilco, Texcoco, Xaltocan y Zumpango se han encontrado 200 mamuts, la mayor parte descubiertos al oriente de los lagos de Zumpango y Texcoco, en el Estado de México (en los municipios de Tlalnepantla, Tultepec, Ecatepec y Coacalco), y en el noroeste de la Ciudad de México (en las colonias Lindavista, La Villa, Talismán, Gertrudis Sánchez y Peñón de los Baños).

La mayor parte los hallazgos han sido fortuitos y relacionados con obras de infraestructura o por ampliaciones de las redes del metro en la Ciudad de México; también por la construcción unidades habitacionales en el Estado de México, o como en el caso de Tultepec, por la construcción de un relleno sanitario.

Quizá porque al sur el lago era más profundo, se han encontrado menos restos de mamuts, algunos en Chapultepec y/o en los Viveros de Coyoacán.

EL MAMUT DE MILPA ALTA

El investigador universitario participó en el rescate de los restos de un mamut que fue descubierto en condiciones totalmente distintas a los encontrados hasta ahora. Se trata del mamut descubierto a mayor altura y más al sur de la Cuenca de México.

En lugar de hallarlo a la orilla del lago a 3,200 metros sobre el nivel del mar y cubierto por sedimentos lacustres, en Santa Ana Tlacotenco, en la Alcaldía de Milpa Alta, se localizó un mamut a 2,800 y cubierto de ceniza volcánica en una montaña muy cercana al Volcán San Miguel.

Su estudio fue un proyecto de colaboración interinstitucional de 2012 a 2013. En su dirección participaron por parte del Instituto de Investigaciones Antropológicas de la UNAM Luis Barba y Agustín Ortiz Butrón; por parte del INAH estuvo Joaquín Arroyo Cabrales, y también la Alcaldía de Milpa Alta.

En este proyecto multidisciplinario se aplicaron métodos geofísicos para localizar los restos; más tarde, durante su excavación y recuperación, se tomaron muestras de química del suelo, de polen, de un molar para su datación por espectrometría de masas con aceleradores; también se realizaron estudios vulcanológicos y sedimentológicos y estudios de isótopos estables para conocer la dieta del mamut.

En el estudio académico participaron varias instituciones: el Laboratorio de Arqueozoología M. en C. Ticul Álvarez Solórzano, del INAH; el Instituto de Geología, de la UNAM, el Laboratorio de Palinología, de la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH), el Departamento de Vulcanología del Instituto de Geofísica, de la UNAM, la Subdirección de Laboratorios y Apoyo Académico, del INAH, el Laboratorio Universitario de Radiocarbono de la UNAM, el Laboratorio de Paleoetnobotánica y Paleoambiente y el Laboratorio de Prospección Arqueológica del Instituto de Investigaciones Antropológicas de la UNAM.

Gracias a esos estudios nos enteramos de su dieta, su entono y la manera en que murió, y también que es el mamut más antiguo de toda la Cuenca de México con 18 mil 460 años de antigüedad.

Algo extraordinario fue que junto a una de sus defensas (colmillos) se halló una concentración de huesos conformada por costillas, mandíbula y cráneo con huellas de corte; al estudiarlos en el Microscópico Electrónico de Barrido (MEB) se observaron huellas como si hubieran sido aserrados con algún instrumento cortante, el cual también fue localizado durante la excavación.

Este descubrimiento, al igual que el de Tultepec, es evidencia de que la presencia del hombre en la Cuenca de México va mucho más allá de 15 mil años.

“Los estudios aplicados al mamut de Santa Ana Tlacotenco se pueden aplicar al mamut de Tultepec, ya sea para ubicar la posible existencia de más trampas excavadas en el terreno mediante métodos geofísicos o para hacer estudios específicos de materiales asociados a los cuerpos o al hueso mismo”, finalizó Ortiz Butrón.

Notas Relacionadas