viernes, abril 19, 2024

La relación con los empresarios ha sido buena y respetuosa. A pesar de la crisis, la mayoría no despidió a sus empleados.

La pandemia no es un asunto político sino de salud pública. Por eso he confiado las decisiones en esta materia a un equipo de profesionales con gran experiencia y capacidad. El coronavirus nos ha dejado dolor, tristeza y penurias, pero también ha fortalecido el amor en las familias, ha demostrado el humanismo y la entrega de los trabajadores de la salud y ha resaltado la conocida fraternidad de nuestro pueblo.

Es indudable que saldremos de la pandemia con un mejor sistema de salud. Recibimos el gobierno con 401 hospitales abandonados, saqueados o a medio construir, y con un déficit de más de 200 mil profesionales de la medicina. En pocos meses hemos reconvertido, con el apoyo de los gobiernos estatales, de la Secretaría de Marina y de la Secretaría de la Defensa, 969 hospitales para atender pacientes con COVID-19, se han instalado 32 mil 203 camas y 10 mil 612 con ventiladores; asimismo, se han contratado 47 mil médicos generales, especialistas, enfermeras y otros trabajadores de la salud.

Propusimos ante la ONU y se aprobó casi por unanimidad una iniciativa para que los medicamentos y las vacunas tengan carácter no lucrativo. México participa en los principales esfuerzos internacionales para desarrollar una vacuna contra el COVID-19. De manera específica destaco el compromiso que hicimos con la Universidad de Oxford, con el laboratorio AstraZeneca, con la Fundación Carlos Slim y con el gobierno de Argentina. Esperamos que ese acuerdo dé resultados desde noviembre y que podamos empezar a aplicar la vacuna a más tardar a principios del año próximo, de manera universal y gratuita.

La emergencia sanitaria mundial vivida este año ha planteado problemas muy graves para todos los países y nos obligará a todos a repensar y a cambiar muchas cosas. Además del tremendo dolor que ha causado la pandemia, ha quedado comprobado que sus efectos son más graves si padecemos de hipertensión, de obesidad, de diabetes. Por eso debemos cuidar nuestra alimentación y no consumir productos chatarra con excesos de azucares, sales y químicos; por nuestra salud, debemos practicar el ejercicio y el deporte para fortalecer nuestro sistema inmune y bajar de peso.

Estamos enfrentando la crisis económica provocada por la pandemia con una fórmula distinta, peculiar, heterodoxa, diría única en el mundo. Ahora, todos los apoyos y créditos se entregan de manera directa para reactivar la economía de abajo hacia arriba. No se da prioridad a las grandes empresas y bancos. Ahora, por el bien de todos, primero se rescata al pueblo.

Pronostiqué que la crisis económica provocada por la pandemia sería transitoria; dije que será como una “V”, que caeríamos pero que saldríamos pronto; afortunadamente así está sucediendo. Ya pasó lo peor y ahora vamos para arriba; ya se están recuperando los empleos perdidos, se está regresando poco a poco a la normalidad productiva y ya estamos empezando a crecer.

En el mes de agosto, se crearon 93 mil nuevos empleos; el peso se apreció al cotizarse a menos de 22 pesos por dólar, luego de haber estado a más de 25; la mezcla mexicana del petróleo, de cero pasó a 40 dólares por barril; el consumo de productos básicos, en vez de reducirse con la pandemia, aumentó en 9.5 por ciento en términos reales, con relación al año pasado. La recaudación de impuestos se mantuvo prácticamente igual que en 2019. Lo mismo sucedió con la inversión extranjera directa: durante el primer semestre del año llegó a 17 mil 969 millones de dólares, lo mismo que en 2019; la caída de la economía, a pesar del desastre mundial fue de 10.4 por ciento en el semestre, pero aún con la debacle fue menor el daño que nos causó la crisis económica que nos está afectando, que lo que se está registrando en otros países como Italia, España, Francia y Reino Unido. Debo agregar que casi todos los países recurrieron a créditos y aumentaron sus deudas en porcentajes elevadísimos. En contraste, nosotros hemos enfrentado la pandemia y vamos a salir de la crisis económica sin contratar deuda adicional y sin destinar dinero público a “rescates” inmorales, es decir, a quienes no necesitan ser rescatados.

Pero no debe olvidarse que, al enfocar la solidaridad gubernamental a los más pobres, también beneficiamos indirectamente a los sectores que tienen alguna o mucha capacidad de ahorro. Los programas sociales han permitido a millones de beneficiarios preservar algo de su poder adquisitivo y de su capacidad de consumo. Y por eso no se ha cerrado el mercado a miles de empresas y de comercios.

La relación con los empresarios ha sido buena y respetuosa. A pesar de la crisis, la mayoría no despidió a sus empleados; baste un dato: antes de la pandemia estaban inscritos en el Seguro Social 20 millones 500 mil trabajadores en cerca de un millón de empresas. En los momentos más difíciles se perdieron un millón de empleos y ya estamos recuperándonos. ¿Cuántos empleos se mantuvieron a pesar de la pandemia? 19 millones 500 mil empleos. La mayoría de las empresas mantuvo a sus trabajadores.

Los empresarios mexicanos cumplen con sus contribuciones; aceptaron aumentar el año pasado 16 por ciento al salario mínimo, este año 20 por ciento al salario mínimo y decidieron voluntariamente aportar más para pensionar mejor a los trabajadores. Además, los hospitales privados nos han ayudado a enfrentar la pandemia y las televisoras de empresas particulares nos están apoyando para transmitir clases por radio y televisión a 30 millones de estudiantes. No tengo más que decirles: gracias en nombre del gobierno y de nuestro pueblo.

México es un país, sin duda, con porvenir y un ejemplo mundial de cómo hacer realidad el progreso con justicia. La principal riqueza de una nación no está en su infraestructura o en sus finanzas y ni siquiera en sus recursos naturales, sino en su población y sus culturas, en la gente que la conforma y le da historia y existencia. Invertir en ella, en la población, en los mexicanos, en el pueblo; invertir en su alimentación, su salud, su educación y su bienestar en general, es lo mejor que se puede hacer para garantizar la fortaleza del país y su desarrollo presente y futuro.

Desde julio pasado entró en vigor el nuevo tratado comercial con Canadá y Estados Unidos. En estos momentos de crisis, el acuerdo que firmamos significa impulsar las actividades productivas, conseguir más inversión extranjera, crear más empleos y lograr más bienestar para nuestro pueblo. En este contexto debe verse mi visita a Washington para entrevistarme con el presidente Donald Trump, quien nos trató con respeto y, lo más importante, elogió a nuestros paisanos que viven y trabajan honradamente en Estados Unidos de América.

Mantenemos buenas relaciones con todos los pueblos y gobiernos del mundo. En materia de política exterior nos apegamos a los principios constitucionales de no intervención, autodeterminación de los pueblos, solución pacífica de las controversias y cooperación para el desarrollo. Como es sabido, México fue el país que más votos obtuvo para formar parte del Consejo de Seguridad de la ONU.

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